martes, 7 de octubre de 2014

Ernest y Scott: El fin de una amistad



Por Geraldo Capillo (@GeraldoCapillo)

Ernest Hemingway y Scott Fitzgerald eran integrantes de la Generación Perdida, alrededor de los años veinte y fueron amigos íntimos, pero luego esta amistad se fue enfriando al punto de culminarse con la muerte de Scott. Hemingway se refería constantemente en sus obras a la falta de valor de Fitzgerald. En esos dimes y diretes, Scott le responde con una breve carta:

Querido Ernest:
Por favor no hables de mí en tus libros (directo y al grano). Si a veces decido escribir de profundis, eso no significa que quiero que los amigos (¿así que seguían siendo amigos?) recen en voz alta sobre mi cadáver. Sin duda que tu intención fue buena (¿cómo podía ser de otra manera?) pero me costó una noche de insomnio (sólo una noche: soy más fuerte de lo que tú crees). Y cuando incorpores el relato a tu libro ¿te molestaría quitar mi nombre? (con tacto, con mucho tacto). Es un bello relato uno de los mejores que has escrito (absolutamente cierto y dadas las circunstancias perspicaz y generoso) aunque eso del "pobre Scott Fitzgerald" más bien (por no decir algo peor) me lo haya estropeado.
Siempre tu amigo a pesar de todo, Scott.

P.S: Los millonarios nunca me han fascinado (como dices), a menos que les adorne el mayor encanto o distinción (deja las cosas bien claras).

Se afirma que Ernest contestó la carta de Scott, pero que su respuesta se perdió o seguramente fue destruida. Aunque los pocos que lograron enterarse del contenido de la carta dicen que lo único que Hemingway aceptó fue no volverlo a mencionar más en sus obras y que iba a omitir su nombre en todas las publicaciones que hiciera. Cuando Fitzgerald cayó enfermo en 1937 y permaneció durante un largo tiempo en el hospital, lograron verse en dos oportunidades con Ernest aunque fueron encuentros breves. Scott seguía hablando de una amistad aunque no la hubiera, al igual que Ernest y que prácticamente fingieron una relación de amistad que evidentemente estaba deteriorada y por lo más, tal vez ni existía.

Y queda para la anécdota que Hemingway reconoció que con la única persona que se podía hablar en América y que realmente valía la pena era con Fitzgerald. En 1939 Ernest en una carta confiesa que aunque han tenido un estúpido e infantil sentimiento de superioridad y que se desprecian mutuamente, reconoce que Scott es una persona con talento. Un año después fallece Fitzgerald aunque Hemingway no asiste a su funeral.

No hay comentarios:

Publicar un comentario