Por: Kelly F. Cubas // fb: facebook.com/kellycubas.03
Me encuentro de camino a casa y el ambiente vuelve a ser el mismo, animales
abandonados y heridos que deambulan por las calles en búsqueda de su
supervivencia, que una vez tuvieron un hogar donde descansar y comida saludable
que llevarse a la boca. Pero ahora, ¿qué tienen? Puede sonar duro creerlo pero
lo único que tienen es esperanza. Esperanza de que quizá, otra vez, puedan
tener una familia.
No obstante,
la realidad para estas hermosas mascotas es otra, andar como si fueran nómades descubriendo un nuevo mundo. Y yo, ya estoy cansada de
ver que su destino no tiene un cambio.
Meses atrás
se propuso un proyecto de ley contra el maltrato de animales domésticos y el
progreso hasta el momento es nulo. Ni siquiera se da un atisbo de mejora y ya
las personas empiezan a hacer campañas en las redes sociales para hacer notar
su disgusto. Más esto no es suficiente si el Estado consiente acciones
de este tipo.
Pero antes
de dejar caer todo el peso en el desinterés de nuestros mandatarios también
debemos meter en el mismo saco a quienes no demuestran su calidad de humanos ni
su uso de intelecto. Aquellos
individuos que de conciencia no conocen, seres que no pueden sentir empatía ni
mucho menos remordimiento. Hombres que en su afán de decir “tengo los huevos bien
puestos” se ensañan con estos animales que nada tienen que ver con su conflicto
interior, y en vez de una caricia encuentran unos dedos alrededor de su
cuello.
Ganas no me faltan de enfrentarme a estos tipos y decirles
cuantas palabras salgan por mi boca, y estoy segura que no soy la única que
desea hacer lo mismo. Pero hay un motivo que me impide hacerlo: tengo un corazón que no es de hierro . Un corazón capaz de recibir amor y darlo el doble.
Me queda poco de camino y veo a mi frente un perro herido. Estoy a punto de volver a criticar a la sociedad en que vivimos hasta que sucede algo para mí inesperado, una señora se acerca y lo carga. Los sigo a unos metros y caigo en cuenta del lugar al que se dirigen, una veterinaria. Puede que sea solo un perro de cientos pero eso no quita la voluntad de esta persona por mejorar en algo la vida del animal. Personas como aquella señora se encuentran en el Perú pero son una minoría, y depende tanto de ti y de mí que esto cambie. Una patita necesita de una mano así como un corazón necesita de otro.
Me queda poco de camino y veo a mi frente un perro herido. Estoy a punto de volver a criticar a la sociedad en que vivimos hasta que sucede algo para mí inesperado, una señora se acerca y lo carga. Los sigo a unos metros y caigo en cuenta del lugar al que se dirigen, una veterinaria. Puede que sea solo un perro de cientos pero eso no quita la voluntad de esta persona por mejorar en algo la vida del animal. Personas como aquella señora se encuentran en el Perú pero son una minoría, y depende tanto de ti y de mí que esto cambie. Una patita necesita de una mano así como un corazón necesita de otro.
Salvar a un perro no cambiará el mundo, pero sin duda el mundo cambiará para ese perro.
ResponderEliminar