domingo, 2 de noviembre de 2014

BreakDown





Por: Brunella María Abele Viale

Todo fue tan rápido para ella…
Se levantó  feliz, llena de alegría, hasta se puso su pijama coral para dormir, se sentía de nuevo en casa…Su día pasó normal, un par de sesiones fotográficas gracias a su rubia incondicional, Luz, almuerzo, unos snacks ligeros en la tarde y la bomba cayó….
Un grito desgarrador lleno su habitación cuando se enteró. De nuevo sola, sola y nada más que sola. ¿Lo iba a poder tolerar? La respuesta era clara: No. No lo iba a tolerar y no lo quería tolerar.
Cuando todos se enteraron hicieron rondas para estar con ella.
La primera en entrar fue Luz, no le pregunto nada, ella la conoce como si fuera su hermana, no le dijo nada, solo se sentó a su lado y la miro, la observaba mientras Sophie dejaba salir todo su dolor. Solo se permitía llorar con Luz, no había nadie más que la haya visto llorar, ni su mamá…
¿Cómo era posible que algo tan hermoso durara tan poco? Claro, la felicidad no existe y si lo hace, sin duda tú no te la mereces. O es que acaso no ves lo que eres. Nadie te quiere. Apenas alguien regresa a tu vida solo se queda un día, una noche, nadie te soporta más de tres horas y esperas que se quede contigo para toda la vida. Ilusa, ingenua, no sirves ni mereces para ser feliz. La alegría jamás entrará en tu vida, jamás sonreirás. Deberías sentirte nada, eres nada. Ese era el mantra que se repetía segundo tras segundo en su cabeza, haciéndolo verdad para ella.
-   - Necesito ir al baño-dice mientras se limpia las lágrimas y se encierra en este con el permiso de su compañera leal.
El baño tiene una pequeña ventana, por allí es fácil escapar, cuantas veces no lo había hecho mientras era adolescente. Ya no podía soportar su dolor. Saca una pequeño labial del botiquín, “Lo siento, Luz”, dibuja en el espejo con este y procede a salir del baño, a escaparse de la casa a través de esa pequeña ventanilla.
Ángel se había ido, o eso al menos era lo que sabía, y ella se iba a ir con él. No podía ser abandonada de nuevo.

- ¿Sophie?-Luz toca la puerta del baño, al no obtener respuesta, la derriba, pero ella no está allí. Lee el “Lo siento, Luz” en el espejo, niega rotundamente con la cabeza y sale del baño. Saca su celular y marca a la primera que se le ocurre. – ¿Tía Kat? Es Sophie, se me escapo, se fue, me pidió ir al baño y ya no está, lo lo siento, ay Dios yo no quería esto…-trata de excusarse en un pequeño lloriqueo por no haberla vigilado mejor. 
-Nena, ahí vamos con la artillería pesada, tranquila-Katrina cuelga y se dispone a ir al lugar de los hechos.
Cuando Katrina, Klaus, Faith, Carlisle y Thomas llegan inspeccionan la escena.
-Voy a contactar a todos los traficantes del área, les voy a pagar el doble de cualquier paquete que Sophie les pueda comprar-Klaus dice con voz solemne-Carlisle, lo mejor que puedes hacer es hablar con las clínicas y hospitales, la primera chica con sobredosis en menos de 12 horas es nuestra. Katrina, Thomas, inspeccionen los callejones del centro de la ciudad. Luz quédate aquí, tal vez se arrepienta. Ni una palabra a Rosalie, ya debe sentirse mal de por sí. A trabajar, también estaré buscando.
Y así, cada uno empieza a ejercer su labor, su tarea: Tratar de buscar a una adicta en rehabilitación, volviendo a caer en las garras de su peor enemigo.

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-Disick, ¿tienes?-Sophie le pregunta 
-Pero que sorpresa, ¿no qué estabas rehabilitada?-sonríe con su diente de oro palpitando a la luz de la luna. 
-Cállate, te he pedido si tienes-rechina los dientes al hablar. 
-Sabes…te va a costar el triple, por alguna razón te quieren sobria por allí…-lo dice con un tono altanero 
-Aquí hay cinco, de los grandes, más que suficiente para 500 gramos, dámela ahora-le dice sin hesitar. 
-Por esa cantidad las agujas te salen gratis, bonita-le dice deslizando sus sucios dedos por su rostro y le entrega el paquete con medio kilo de cocaína-Colombiana, como te gusta-luego le pasa las jeringas-siempre es bueno verte. 
-¡Qué te den!-Sophie le grita mientras se va con su botín.
Llegando al bar, su bar, se pide un vaso del wiski más añejo combinado con ginebra, la combinación que más le gusta y la más letal, le hecha un poco del polvo y se lo toma en una. No se había dado cuenta lo bien que se sentía volver a tener esa sensación de mareos en mucho tiempo, lo extrañaba, extrañaba a su fiel compañía: el alcohol y las drogas.
Luego de varios tragos así decide ir a la pista de baile, ver que se puede robar mientras hace creer que algún pobre diablo tiene chance con ella. Por su suerte, se logra robar algunos cigarros de marihuana. Con el botín en sus manos, se va al callejón detrás del bar. Y empieza lo que había estado esperando toda la noche.
Era hora de olvidar, se fuma de una sola los porros, dejando que su viaje sea placentero, riéndose de la nada, hablando con las ratas y cucarachas que salen de las alcantarillas. Aún drogada piensa que es allí y es con ellas con las que se merece estar: al lado de la basura.
Su momento cumbre llega cuando se inyecta la primera dosis del polvo blanco. Música para su mente. Ya puede olvidar, todo queda atrás. Pero el sufrimiento, la auto humillación, el odio hacia si misma se acrecienta, se aumenta, se odia con cada inyección, se detesta, llora cada vez que el polvo entra a su sistema. No le importa si la aguja está desinfectada, ella solo quiere morir, quiere llorar, quiere llorar muriendo, eso se merece.
Todo cambia, el cielo es el piso, el piso es el cielo. El cielo, el cielo no existe para ella. Ella quiere el infierno, ella se merece el infierno, ella es nada.
Y todo cae, y todo cae junto con ella. Desparramada junto a pilares de basura, prácticamente sin vida…
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-Ay, Sophie-Katrina dice mientras la encuentra desmayada en ese callejón.-Thomas, cárgala-le dice.
- Pequeña, pequeña, vamos a casa-la carga, aunque pareciera peso muerto.
Cuando llegan a casa ya estaba todo listo, la cama, los equipos de monitoreo de Carlisle, y Klaus se encontraba con la camisa blanca manchada de sangre de tanto golpear a todos los traficantes para que le den la ubicación de Sophie, ergo, su look favorito.
Thomas la acomoda en la cama, Carlisle abre su camiseta, le pone todos los implementos para monitorearla. 
-Va a estar bien, descuiden, Luz, tranquila no fue tu culpa-trata de consolarla con sus ojos apacibles. 
-Debí vigilarla mejor, me confíe mucho-la rubia suspira sollozando 
-Hiciste todo lo que pudiste, ahora dejémosla descansar, lo necesita-Carlisle suspira.
Se alejan de la sala. La escena súbitamente cambia. Vencida, derrotada, esperando nada, solo su muerte, aunque no lo hará, pero piensa morir en vida. Ya no hay nada más por lo que luchar. Se va a volver a la de siempre, dejará salir a la bestia que había acogido hace tanto tiempo. Nunca la debió dejar irse….

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