NO ERA UNA NIÑA, NO ERA
UNA MUJER, ERA UNA…….
La primera vez que la vi me pareció una niña
muy graciosa. Era bajita y no llegaba al
metro cincuenta, su cara de niña bonita, sus hombros y torsos delicados
contrastaban con sus rotundas y voluptuosas caderas que se suavizaban con su rápido caminar pero
gracioso. Yo me ganaba la vida con una mototaxi; ella ayudaba a sus padres, que
tenían un negocio de ventas de calzados en el mercado; en los meses de estudios
escolares, ella todavía estaba en el colegio.
Me crucé varias veces con ella. Iba vestida
de uniforme plomo que la hacía más niña aun, pero grande fue mi sorpresa al
saber que estaba en el último año de secundaria, pues no representaba en
absoluto la edad escolar que cursaba. En el tiempo que la conocí nunca la
observé con un chico, a pesar de que ya era cortejada por algunos; simplemente
ella no les hacía caso.
El año siguiente, la vi con un buzo guinda que era el color característico de los alumnos de educación física del pedagógico estatal de chincha; en esos cinco años de estudios solamente la llegué a ver con compañeros de estudios, inclusive los fines de semana, algunas veces la miraba en casas que no eran las de sus padres, asistía a reuniones sociales donde se bebía todo tipo de licor, pero estas reuniones tenían un halo misterioso, porque las había visto con cervezas en las manos entrando apresuradamente a esas casa.
El año siguiente, la vi con un buzo guinda que era el color característico de los alumnos de educación física del pedagógico estatal de chincha; en esos cinco años de estudios solamente la llegué a ver con compañeros de estudios, inclusive los fines de semana, algunas veces la miraba en casas que no eran las de sus padres, asistía a reuniones sociales donde se bebía todo tipo de licor, pero estas reuniones tenían un halo misterioso, porque las había visto con cervezas en las manos entrando apresuradamente a esas casa.
Ya un tiempo después, recibida ya como
profesora, se le veía diferente, se le veía como mujer y no como niña, a pesar
de que su físico y apariencia no había variado mucho, pero su mirada se le
notaba pura e imperturbable. Después, comenzó a hacer su vida independiente, ya
no ayudaba a sus padres en el mercado, tenía dos hermanas mayores, una era poco
femenina y la otra, en cambio, si era
una bella mujer que se quedó siendo una madre soltera. Las dos atendían un
negocio en una de las calles principales de chincha alta, donde vendían todo
tipo de adornos; ella solo andaba con mujeres jóvenes, pero un poco raras por
su forma de comportarse porque siempre caminaban por calles solitarias y a
altas horas de la noche. Su andar había cambiado, no obstante, sus caderas
seguían intactas.
No sé cuándo la dejé de ver. Pasaron algunos
años y yo seguía mototaxeando con algunas experiencias buenas y otras malas,
hasta que un día como a las once y pico de la noche me tomaron una carrera tres
mujeres, una era ya mayor como de treinta años, la otra era una chiquilla de
dieciséis y la tercera aparentaba veinte años, Luego de unos minutos, me di
cuenta que la mayor trataba de convencer a la más chiquilla de subir a la moto,
y la segunda ya estaba sentada esperando. Después, la más joven se fue. La
mujer mayor que tenía un aspecto hombreado por su mirada y porque vestía una
casaca de cuero, camisa y pantalón jean, ingresó a los asientos de la mototaxi
maldiciendo como hombre de cantina, diciéndole a la otra: “esta cojuda no ha
querido venir”, y la otra le respondió: “ya, la semana que viene yo te la
traigo, no te preocupes”; entonces, la de aspecto varonil, dirigiéndose hacia
mí, me dijo: “llévanos a la bodega”, yo le dije que ya. Ese era un bar donde asistían puras
lesbianas. Esboce una sonrisa y me dije: “lesbianas de mierda como malogran a
las chiquillas”.
Llegué rápido al bar, pues estaba cerca de donde me tomaron, paré justo en la puerta y en el interior había un grupo de chicas todavía jóvenes, fijé bien la vista y para mi sorpresa estaba sentada cerca a la puerta del bar la chica que no era una niña, aquella bajita que no llegaba al metro cincuenta, tenía abrazada a la otra chica a la cual besaba en los labios. ¡Era lesbiana!
Por : Trilce Reyes
Llegué rápido al bar, pues estaba cerca de donde me tomaron, paré justo en la puerta y en el interior había un grupo de chicas todavía jóvenes, fijé bien la vista y para mi sorpresa estaba sentada cerca a la puerta del bar la chica que no era una niña, aquella bajita que no llegaba al metro cincuenta, tenía abrazada a la otra chica a la cual besaba en los labios. ¡Era lesbiana!
Por : Trilce Reyes
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